viernes, agosto 4

Querido diario:

Te tengo un poco abandonado, es que cuando tengo un rato para navegar por internet, y me pongo a leer otros blogs, descubro tantas cosas lindas y me pierdo leyendo, además de confirmar que lo que yo siento y pienso lo dicen mucho mejor otras personas (Verónica, Turca, Valeria, Mexxe). Como todavía no sé linkear, procederé a copiar oportunamente algunas frases que me impactaron.
El niño está terrible, con sus casi 20 meses, se pone caprichoso y llorón si no le doy lo que pide.
Ayer peleamos bastante y quedé llena de culpa, me enojé mucho porque yo tenía cosas que hacer en la casa y el monito encima mío tratando de hacer lo mismo o pidiendome teta (lo que me inmoviliza por un rato) o bien gritándome "mamá" -con insistencia- para que me ponga a jugar con él. Ay, quedé agotada. Lo adoro pero por momentos se me termina la paciencia. Llegó el momento que todos vaticinaron, de "ponerle límites".
Que bolazo: es la fuerza de los acontecimientos la que puso límites. No coincido con la verborrágica educación que me dieron a mí (y a mi generación) y toda su ideología.
A Santino no "hay que enseñarle" nada, hay que estar ahí y ayudarlo para que aprenda.
El es un ser destinado a aprender, naturalmente curioso, inquieto, sano.
Yo no soy un ser superior que tiene pautas inconmovibles, simplemente soy el adulto. Y tampoco le tengo miedo, como dijera Barylko (que viejo boludo).
Como adulta con capacidad de autocrítica que soy, estoy tranquila, aunque a veces la crónica de nuestra vida cotidiana tenga algun episodio de gritos y enojos como ocurre en todas las historias sabrosas.