lunes, mayo 25

La sirena (tomado del blog de Moni)

LA SIRENA
GIGANTES, MAGOS Y ENANOS era el juego al que íbamos a jugar. A cargo de unos ochenta niños de siete a diez años, mientras sus padres se dedicaban a cosas de padres, reuní a mis tropas en el salón social de la iglesia y expliqué las reglas del juego. Es una versión a gran escala de Piedra, Papel y Tijera, y consiste en tomar una serie de decisiones intelectuales. Pero el verdadero propósito del juego es hacer mucho ruido, correr persiguiendo gente hasta que nadie sabe de qué lado está ni quién ganó.Organizar un salón lleno de escolares excitados, dividirlos en dos equipos, explicar los rudimentos del juego, lograr un consenso en cuanto a la identidad del grupo no son tareas sencillas, pero lo hicimos con buena voluntad y estabamos a punto de empezar.La excitación de la caza había llegado a un punto culminante. En eso grité: “Tienen que decidir ahora qué son: ¡GIGANTE, MAGO O ENANO!”Mientras los grupos se agolpaban en nerviosa consulta, sentí que alguien tiraba de mis pantalones. Una niño pequeña me mira y me pregunta con voz dulce y preocupada:-¿Dónde van las Sirenas?¿Dónde van las Sirenas?Se produce una larga pausa. Una pausa muy larga.-¿Dónde van las Sirenas? - repito-Sí. Es que yo soy una Sirena.-No hay Sirenas.-¡Claro que sí, yo soy una Sirena!Ella no se adaptaba a ser Gigante, ni Mago ni Enano. Ella sabía cuál era su categoría: Sirena. Y no iba a abandonar el juego ni a quedarse parada contra la pared, como lo haría un perdedor.Su intención era participar, donde fuese que entraran las Sirenas, sin renunciar a su dignidad ni a su identidad. Daba por sentado que había un sitio para las Sirenas y que yo sabía cuál era.Pues bien, ¿dónde van las Sirenas? ¿Todas las “Sirenas”: todos aquellos que son diferentes, que no se adecuan a las normas ni aceptan las casillas ni los casilleros?Si se responde a esa pregunta, podrán construirse escuelas, naciones o un mundo.¿Cuál fue mi respuesta en ese momento? De vez en cuando doy la respuesta indicada.-¡La Sirena se queda aquí, junto al Rey del Mar!Así que ahí nos quedamos, tomados de la mano, pasando revista a las tropas de Magos, Gigantes y Enanos que corrían en caótico desorden.A propósito, no es cierto que las Sirenas no existanConozco por lo menos a una, personalmente.He sostenido su mano.
Robert Funghum

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