Hace un año completo que Santi está con nosotros, me parece increíble.
Recién en otro blog leí esto:
"Si me preguntan ahora si duele tener un hijo, les diría que no lo sé. Es que simplemente olvidé todas las sensaciones físicas y sólo me quedan las imágenes de lo que pasó. Es como si me hubiesen inyectado una gran dosis de algo que produce amnesia."
Y es así, no me acuerdo haber tenido miedo por ejemplo, sí una sensación de que tenía que hacer cosas: relajarme, pujar, respirar. No creo haber hecho bien ninguna! pero Rossana (mi partera) me felicitó, me dijo que hice todo yo, que no le agradezca. Yo le sigo agradeciendo, porque ella me enseñó que era posible parir así. Tranquila, sin miedo, sin epidural, sin episotomía, sin suero. Apoyándome en una silla de plástico blanca y Germán atrás mío con una especie de delantal que le quedaba chico, asustado y feliz, pero asustado. Yo haciendo fuerza furiosa y descontrolada, sentía que tenía que salir Santino ya. Y cuando salió pregunté: "¿Ya nació el bebé?" (que boluda) y estaba ahí, medio blancuzco, chiquitito, calentito. Recién nacido vino a mis brazos, sin llorar, aprendiendo a respirar despacito. Con el cordón latiendo. Yo sentada en la silla de plástico y él conmigo envuelto en una sabanita blanca. Así empezó nuestro amor.
viernes, diciembre 9
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