viernes, diciembre 9
Siempre fue divino
Siempre se portó muy bien, casi ni lloraba. Y eso que tenía una mamá torpe y novata, que apenas sabía cambiarle el pañal, que no le limpiaba bien el ombligo. Yo si lloraba, y le decía a Germán: "son las hormonas". Mi vida estaba patas para arriba y lo único que me importaba era Santino (en aquel momento me resultaba extraño ese nombre, de tan pocas veces que lo había dicho). Ahora sigue Santi encabezando mi lista de prioridades pero le hicimos lugar al papá, al trabajo, algun interes por vestirme decentemente. A veces cocino, ya miro vidrieras, miro peliculas. Pero solo pienso en su ropa, sus juguetes, su comida, en llevarlo al jardín, en cómo será cuando crezca. Lo extraño de mañana en el trabajo y lo abrazo y lo beso cuando llego como si me hubiese ido al Tíbet. Lo defiendo como una leona si alguien perturba la armonía que lo rodea. Es muy distinto de antes de ser mamá, y muy lindo.
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